“No dejas de hacer ejercicio porque te haces viejo, te haces viejo porque dejas de hacer ejercicio”
Anónimo
Nuestro sistema muscular es, entre muchas otras cosas, un mecanismo de poleas que trabaja de manera coordinada y compleja para movilizar el cuerpo, tanto en el desplazamiento externo de la relación espacio-tiempo, como de manera interna en la contracción de ciertos músculos que ayudan a la respiración, la digestión o la circulación. Algunos de estos músculos no los podemos contraer facultativamente y reciben el nombre de músculos involuntarios como el corazón y los músculos del aparato digestivo. Sin embargo, hay muchos otros que sí podemos activar de manera voluntaria y los que usamos para mover el sistema óseo o sistema esquelético. Ya que tenemos dicha capacidad hay que sacarle el mayor provecho.
El cuerpo humano ha pasado por una evolución de varios cientos de miles años, teniendo que adaptarse a diferentes circunstancias físicas, geográficas y climáticas y consiguió hacer del movimiento, su mejor estrategia para ajustarse a dichos cambios y sobrevivir como especie. Por ejemplo, a través del movimiento generamos calor para salir adelante de épocas de frío congelante, recorrimos grandes distancias en busca de recursos, o salir victoriosos frente a depredadores más grandes, gracias a la combinación de las distintas capacidades condicionales (fuerza, resistencia, velocidad y flexibilidad). Es decir, estamos hechos para movernos, no solo por un momento o para un objetivo específico, sino para movernos todos los días, toda la vida. Actualmente nos enfrentamos a un momento social en donde se elogia y privilegia el “no movimiento" y podemos hacer todo desde casa frente a un monitor como trabajar, estudiar, entretenerse, conversar, etc.