El mes de octubre es el mes rosa, dedicado a la concientización y prevención del cáncer de mama. Sin embargo, todos los meses deberían ser de educación, reflexión y concientización sobre esta enfermedad.
La relación entre la dieta y la prevención del cáncer ha sido objeto de investigación en múltiples estudios y revisiones científicas. Conforme la ciencia y la tecnología avanzan, se han identificado patrones nutricionales que pueden reducir el riesgo de desarrollar esta enfermedad y disminuir sus efectos negativos una vez que se padece.
A continuación, comparto algunas recomendaciones respaldadas por evidencia que pueden contribuir a la prevención del cáncer a través de la alimentación:
Limitar el consumo de carnes procesadas y rojas.
Se recomienda reducir su consumo a una o dos veces por semana y optar por fuentes de proteína más saludables, como carnes blancas magras (pescado y pollo) o fuentes vegetales (leguminosas).
Incluir granos y cereales integrales en la dieta diaria.
Los cereales integrales, como la avena, el arroz integral y el maíz, son una importante fuente de fibra. Además de promover una buena salud digestiva, la fibra se ha asociado con un menor riesgo de cáncer, sobre todo en el sistema digestivo.
Llevar una dieta rica en frutas y verduras.
Diversos estudios han demostrado que el consumo elevado de estos alimentos está asociado con un menor riesgo de varios tipos de cáncer. Son ricos en vitaminas, minerales y antioxidantes, que ayudan a proteger las células del daño oxidativo. En México, la recomendación es consumir al menos cinco porciones de frutas y verduras al día. La variedad es clave, ya que diferentes colores y tipos de frutas y verduras aportan distintos fitonutrientes.
Fomentar estas recomendaciones crea hábitos alimenticios positivos que benefician nuestra salud individual y puede repercutir positivamente en la comunidad y, por ende, en la salud pública.
"Comer es una necesidad, pero comer de forma inteligente es un arte."
— Francisco VI, duque de La Rochefoucauld